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En una época en la que la deuda universitaria se dispara y muchos títulos de cuatro años ya no garantizan un empleo estable, una tendencia se hace cada vez más evidente: los estudiantes de clase trabajadora toman decisiones más prácticas y estratégicas en lo que respecta a su educación. En lugar de buscar carreras orientadas al estatus en campos de moda con mercados laborales inciertos, se matriculan en programas que realmente satisfacen las necesidades reales del mercado laboral, desde enfermería y ciberseguridad hasta HVAC y tecnología radiológica.