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En una audaz operación militar, Estados Unidos ejecutó un ataque aéreo a gran escala contra las instalaciones nucleares de Irán, incluyendo Fordow, Natanz e Isfahán. La misión contó con bombarderos B-2 Spirit y misiles de crucero Tomahawk, lo que marcó el debut en combate de los enormes rompebúnkeres GBU-57.